Eduardo Baldera Gómez ha contado, al LISTÍN, la historia completa de su secuestro.
Conmovedora y dolorosa, coherente y verosímil, la ha relatado paso a paso a los directores de este diario mostrando las huellas visibles de un cautiverio en el que sus muñecas y sus tobillos estuvieron la mayor parte del tiempo esposadas y encadenadas, y su rostro oculto por una capucha.
A sus veinte años tuvo que dejar la universidad para hacerse cargo gradualmente de los negocios de su padre, que fue sometido a una operación de corazón abierto, tras lo cual unos empleados de la empresa fueron atracados a mano armada, sustrayéndoles 7 millones de pesos.
De una familia unida, con buena reputación en Nagua por su vocación cristiana, la mayor flagelación que le inflingieron a Eduardo sus secuestradores fue la de mortificarlo con la amenaza de que lo iban a matar si sus padres no pagaban un rescate de 5 millones de dólares.
Sus padres, más abatidos que él, no pagaron nada, pues el joven, aprovechando un instante de valor personal que le pidió a Dios, pudo escapar, correr y caer entre bosques hasta que finalmente fue acogido y amparado por campesinos de la zona de Villa Vásquez, y retornar sano a un hogar transido por un sufrimiento inenarrable.
En definitiva, es una historia en la que las oraciones constantes, día y noche, al Padre Nuestro y a la Virgen María, más el amor a la familia, constituyeron la base de una esperanza, de un sueño de libertad, de una vuelta a la vida que nadie podía garantizar, ni siquiera aquellos que todavía hoy pretenden ensombrecerla o desacreditarla con sus dudas y especulaciones infundadas.
esther, la gente de nagua le encanta el circo,se ponen a orar para que regrese con vida,las cosas salieron bien y entonces dudan,contradicen la fe que mostraron aquel dia,esa familia le cambio la vida,y solo
ResponderEliminardios los podrá sostener en estos momentos