martes, 28 de febrero de 2012

Sistemas de partidos, elecciones y tendencias


CÁNDIDO MERCEDES

Sociólogo

Un Sistema de Partidos es el conjunto de relaciones que establecen los partidos políticos, en el que los actores políticos organizados de una sociedad logran interactuar en diferentes modalidades y dimensiones. El grado de interactuación, los distintos roles, forma de organización y funcionamiento, constituyen el reflejo y la forma en cómo se expresa el grado y alcance del régimen político.
El Sistema de Partidos es lo que va a contribuir a la cohesión o encadenamiento de los distintos actores políticos. Es por decirlo así, lo que crea la real arquitectura en que descansa los partidos políticos, a través de su Misión, Visión, Valores y Marco Normativo.
Los Sistemas de Partidos se configuran, de acuerdo a la dinámica de cada país y sus distintas evoluciones, que tiene como eje a los actores políticos. De ahí que los Sistemas de Partidos tienen dos grandes grupos: los llamados Sistemas Competitivos y Sistemas no Competitivos. Giovanni Sartori, en su libro Partidos y sistemas de Partidosnos dice, con respecto a los Sistemas Competitivos “…los sistemas que más se han explorado son los sistemas bipolares, los sistemas bipartidistas y los sistemas que siguen una lógica dualista similar, es decir, los sistemas que califico yo de pluralismo moderado”
Los Sistemas de Partidos competitivos pueden ser: Bipartidistas y Pluripartidistas, y al mismo tiempo de Partido Dominante. Los no Competitivos pueden ser: de Partido único y de Partido Hegemónico. En República Dominicana hay actualmente 27 partidos reconocidos por la Junta Central Electoral, lo que implica que por su diversidad, tenemos un Sistema Competitivo Pluripartidista. Sin embargo, si hacemos un análisis histórico de las últimas 4 elecciones y de lo que actualmente dicen las encuestas, estamos en presencia de un Sistema Competitivo Bipartidista, ya que alrededor  del 90% de los electores se han inclinado y se inclinan todavía por dos grandes partidos políticos.
Allí donde existen y reinan los sistemas de partidos competitivos, se derivan automáticamente los regímenes políticos democráticos. México ha sido el único país, quizás en el mundo, que teniendo un régimen democrático, mantuvo por 70 años, un sistema de Partidos Competitivo, de Partido Dominante y al mismo tiempo, un sistema de Partidos No Competitivo, de Partido Hegemónico.
Lo que caracteriza al Sistema Bipartidista es la nucleación de la existencia de dos grandes partidos políticos, con un gran potencial competitivo, donde se verifica la alternancia en el poder. Prácticamente, la dinámica en la lucha por el poder se ve reducida a dos grandes actores. Sin embargo, como el Sistema Electoral dominicano es de mayoría absoluta, el 50%+1, los dos grandes partidos se ven abocados a realizar alianzas, lo que convierte al Bipartidismo, en un real pluripartidismo, por la manera finalmente factual para ganar.
Esto hace necesario para que la lucha por el poder sea revestido del más alto grado de legitimidad, que la instancia institucional que debe velar por la transparencia y la diafanidad del proceso de las campañas electorales, asuma todo el cuerpo doctrinal que hoy la nueva Constitución pone en sus manos, sobre todo el Art. 212 de la Ley de leyes, para que puedan asumir aquella frase de Ortega y Gasset, en su libro La Rebelión de las Masas “La salud de las democracias, cualquiera que sean su tipo y su grado, depende, de un mísero detalle técnico: el procedimiento electoral. Todo lo demás es secundario”.
En estas elecciones y por varios años, si el Partido en el poder gana nuevamente, la composición del sistema de Partidos Competitivo, Bipartidista y Pluripartidista, tenderá a desaparecer, para dar entrada a la presencia de un Partido Dominante y Hegemónico no Competitivo. El partido en el poder tendrá una mezcla de partido dominante, de partido único y de partido hegemónico, con todo lo que implica en las características y acciones de estas topologías de partidos.
No estamos diciendo que los demás partidos van a desaparecer, sino que su peso en el espectro político electoral disminuirá, sobre todo el mayor partido de la oposición; donde un fracaso  electoral traerá consigo una ruptura al interior de la organización, no es sólo que el candidato actual del PRD no será más candidato, sino que el actual Presidente del mismo, tampoco lo será en el 2016. No se percibe una estrategia Ganar–Ganar, sino una estrategia Perder–Perder y, con ello, una muy difícil recomposición por mucho tiempo.
El núcleo oligárquico de “la ley de hierro de las oligarquías” de Robert Michels, será más fuerte, más omnipresente, más omnisciente; en una fuente inagotable de poder, de parte de la pequeña elite del partido en el poder. Aunque un triunfo de candidato generará al interior de esa misma elite, la emergencia de nuevos actores y en consecuencia, se producirán nuevas reconfiguraciones; no obstante, no afectará el centro, el foco del poder.
Aunque la naturaleza del régimen político tenderá a ser igual; dada la naturaleza de Partido Hegemónico y Dominante que traería consigo un triunfo del PLD, la concentración de tanto poder, donde no existe el necesario peso y contrapeso que se producen allí donde hay un real régimen pluralista y tolerante, donde Poder Ejecutivo, Poder Judicial y Poder Legislativo, a través de la necesaria división, juegan cada uno sus roles. La tendencia sería a un régimen con mayor grado de autoritarismo, sobre todo, en el contenido, guardando siempre la forma. El verticalismo como forma de dirección política se acrecentará.
El campo de actuación de los actores políticos, a partir de Agosto del 2012, será mucho más complejo y la sociedad civil, dotada de canales de expresión política, para servir de intermediaria frente a los poderes públicos, tendrá nuevos desafíos y nuevas movilizaciones ante estos  grandes dilemas que se vislumbran.
En el trabajo Diagnóstico sobre la situación del sistema de Partidos en la Rep. Dominicana (2005 – 2010) del Programa de Formación y Gerencia Política, este señala “…En la actual etapa de consolidación democrática, la política en el país ha pasado a ser no solo instrumental, sino también más corporativa, introduciendo en el sistema  un (manejable) potencial permanente de ingobernabilidad. En este marco, la clientelización de la política parece ser la modalidad efectiva del autoritarismo dominicano contemporáneo en condiciones de competitividad, ciudadanía de baja intensidad, bajo perfil del Estado de Derecho y fuerte presidencialismo…”.
Las elecciones del 2012 constituyen el preludio de nuevas reconfiguraciones en el poder político, tanto si gana Danilo y más si gana Hipólito, pues gran parte de los actores deberán expresar nuevas relaciones de mando y subordinación. Nada será igual, sea quien sea que gane, las elites partidarias; aunque sean acotaciones del mismo estamento del poder, mueve a nuevas formas y dimensiones de gobernar, que demanda una nueva agenda social-institucional y mejor priorización en la cantidad y la calidad del gasto.
¡La voz social del compromiso y el cumplimiento tiene que cambiar, en una perfecta sincronía, que propicie el verdadero cambio social que amerita la sociedad dominicana!

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